Casi todas las cartas que se cruzan en el ámbito comercial, son tiesas o almidonadas, un poco porque al escribir nos ponemos solemnes y mucho porque la pereza nos induce a emplear frases hechas. Es más cómodo recurrir a frases usadas en otras cartas que meditar unos instantes sobre las palabras que corresponde emplear en cada caso.
La rutina es cómoda pero sus resultados pueden ser lamentables, pues, sin quererlo, enfriamos toda relación con nuestros corresponsales apenas comenzamos con el consabido:
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En nuestro poder su carta de fecha 7 del cte. en la que solicita...
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Evidentemente, con ese encabezamiento ahorramos tiempo y esfuerzo, pero nuestro destinatario captará la frialdad de la fórmula. Más si pensamos un poco, talvez podría ir así:
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